El gran
circo Llorón
Había una
vez un circo llamado el gran circo Llorón. Ese circo no era como todos, en ese
lugar solo se lloraba. Allí trabajaban varios animales heridos, payasos con un montón
de problemas, un director soso y aburrido, acróbatas sin ganas de trabajar...y
Enrique. Enrique era un payaso, acróbata, director y a veces hacía de animal.
Pero él no era como los demás, él era alegre, disfrutaba de la vida cada
momento y le encantaba su trabajo. Enrique no entendía por qué cada vez que
pasaba por delante de sus compañeros estos le miraban con mala cara. Pero a él
le daba igual, era feliz y no se preocupaba por esas cosas.
Un día
cuando Enrique llegó a su camerino, vio a todos sus compañeros en una reunión.
A Enrique le picó la curiosidad y decidió ir a ver lo que pasaba, pero no le
dejaron escuchar nada. Cuando acabaron de hablar, el director dijo:
-Enrique,
como yo soy el jefe de este circo, tus compañeros y yo hemos tomado una decisión:
estás despedido.
-¿Por qué?
¿Qué he hecho?-preguntó Enrique desesperado
-Eres
demasiado alegre y nosotros no soportamos a la gente alegre - le contestó un acróbata.
Enrique se
marchó del circo, por primera vez, triste
¿Dónde encontraría
otro trabajo igual?
Pasados los días
Enrique estaba más triste que nunca. Intentaba buscar el lado bueno de las
cosas, pero es que no lo había.
Mientras, en
el circo, todos los trabajadores estaban arrepentidos. De repente el director
dijo:
-¿Por qué lo
habremos echado? Él era lo que le daba vida al circo, deberíamos contratarlo
otra vez.
-Pero, ¿dónde
lo encontraremos?- dijo un técnico
-No lo sé
pero no nos podemos rendir - le contestó el director.
Todos juntos
decidieron ir a junto de Enrique. Pasaron días y días y no lo encontraron. Se
iban a rendir cuando oyeron a una persona llorar, entonces, dijeron:
-Ese Enrique
no es. Él siempre está feliz. Pero por si acaso iremos a ver.
Cuando se
asomaron, lo vieron, era Enrique.
-¡Enrique,
Enrique, Enrique!-gritaron todos.
Enrique giró
la cabeza y en vez de alegrarse, se deprimió. Así que, salió corriendo. Los del
circo le siguieron hasta que Enrique paró.
-¿Qué queréis?-
preguntó Enrique.
-Solo te queríamos
decir que, si quieres, estás otra vez dentro del circo - le contestó el
director.
-¿Es una
broma verdad? Seguro que si, por que no valgo para nada.
-No, no es
una broma, de verdad que te queremos en el circo porque...
Y así comenzó
el director a contarle toda la historia de por qué lo echaron.
Cada vez
Enrique se alegraba más y más
Y al final
acepto.