REMATE



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viernes, 29 de mayo de 2015

ADRIANA CUENTA UN CUENTO



El gran circo Llorón
Había una vez un circo llamado el gran circo Llorón. Ese circo no era como todos, en ese lugar solo se lloraba. Allí trabajaban varios animales heridos, payasos con un montón de problemas, un director soso y aburrido, acróbatas sin ganas de trabajar...y Enrique. Enrique era un payaso, acróbata, director y a veces hacía de animal. Pero él no era como los demás, él era alegre, disfrutaba de la vida cada momento y le encantaba su trabajo. Enrique no entendía por qué cada vez que pasaba por delante de sus compañeros estos le miraban con mala cara. Pero a él le daba igual, era feliz y no se preocupaba por esas cosas.

Un día cuando Enrique llegó a su camerino, vio a todos sus compañeros en una reunión. A Enrique le picó la curiosidad y decidió ir a ver lo que pasaba, pero no le dejaron escuchar nada. Cuando acabaron de hablar, el director dijo:

-Enrique, como yo soy el jefe de este circo, tus compañeros y yo hemos tomado una decisión: estás despedido.

-¿Por qué? ¿Qué he hecho?-preguntó Enrique desesperado

-Eres demasiado alegre y nosotros no soportamos a la gente alegre - le contestó un acróbata.

Enrique se marchó del circo, por primera vez, triste

¿Dónde encontraría otro trabajo igual?
Pasados los días Enrique estaba más triste que nunca. Intentaba buscar el lado bueno de las cosas, pero es que no lo había.

Mientras, en el circo, todos los trabajadores estaban arrepentidos. De repente el director dijo:

-¿Por qué lo habremos echado? Él era lo que le daba vida al circo, deberíamos contratarlo otra vez.

-Pero, ¿dónde lo encontraremos?- dijo un técnico

-No lo sé pero no nos podemos rendir - le contestó el director.

Todos juntos decidieron ir a junto de Enrique. Pasaron días y días y no lo encontraron. Se iban a rendir cuando oyeron a una persona llorar, entonces, dijeron:

-Ese Enrique no es. Él siempre está feliz. Pero por si acaso iremos a ver.

Cuando se asomaron, lo vieron, era Enrique.

-¡Enrique, Enrique, Enrique!-gritaron todos.

Enrique giró la cabeza y en vez de alegrarse, se deprimió. Así que, salió corriendo. Los del circo le siguieron hasta que Enrique paró.

-¿Qué queréis?- preguntó Enrique.

-Solo te queríamos decir que, si quieres, estás otra vez dentro del circo - le contestó el director.

-¿Es una broma verdad? Seguro que si, por que no valgo para nada.

-No, no es una broma, de verdad que te queremos en el circo porque...

Y así comenzó el director a contarle toda la historia de por qué lo echaron.

Cada vez Enrique se alegraba más y más

Y al final acepto.